jueves, 19 de noviembre de 2015

El sordo cantar de Lima



"...Penetré en la niebla a tajo abierto. 
Abrí la niebla para que mis pies conocieran las arenas. 
Y las arenas al principio calentaron mi corazón. 
Entonces toqué las puertas de niebla. 
Toqué las grandes y las chiquitas. 
Toqué las puertas diminutas. 
Aquéllas que son alumbradas por la esperanza y la sombra de quien llega. 
Pero jamás llegué. 
Descansé mucho para llegar tarde sobre las arenas de la niebla. 
La niebla es buena en Lima.
Pero no es la noche.


No hay noche ni día en Lima.
Entre la niebla es difícil saber quién te habla, quién te ama,
quién te escupe.
Puede estar abierta la ciudad. 
Puede estar despierta o dormida.
O pudieron haberla trastornado.
Pero la niebla te arrastra haciéndose extraño a ti mismo.
Urgido de sol trago niebla. No me equivoco. 
Transito bajo la niebla ceremoniosamente.
Ahora ya no podré volver la cabeza.
Siento arder mis ojos y temo la enorme sombra de los
cerros que aún crece en mi memoria...".

Cesáreo Martinez. El sordo cantar de Lima (Fragmento). 1993


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